OCTAVIO ALMONTE (TORO ISLEÑO)

El antiguo pugilista Octavio Almonte nació en Santo Domingo, a finales del siglo XIX.

Almonte constituyó un símbolo de bravura, a la vez que evocación del viejo e historiado barrio de San Carlos.

Toro Isleño enfrentó a los más connotados boxeadores de su época en su peso. Poseedor de gran valor y técnica. Paseó su calidad por las principales plazas del boxeo latino de su tiempo y enfrentó con mucho coraje a los más cotizados púgiles.

Era un mocetón de impresionante estampa de gladiador, que cultivó la armonía de sus músculos y se hizo ágil, y diestro bajo los cuidados de su mentor, el maestro boricua Pedro Carlos Fábregas, quien armoniosamente le condujo en sus primeros pasos por los difíciles senderos del pugilismo.

Desde su feliz irrupción en los cuadriláteros nacionales, a finales de los años 20s, cuando en el antiguo teatro Independencia se impuso de manera convincente a Juan Puello (Domador de Fieras), hasta los días posteriores de su esplendorosa carrera, Toro Isleño, era el más poderoso arrastrador de multitudes a los estadios de boxeo en República Dominicana.

Pero la verdadera clave de esa extraordinaria atracción, estribó en las virtudes atléticas que poseía: su valor y agresividad a toda prueba, sus habilidades pugilísticas, su honradez profesional y, por encima de todo, aquella modestia y caballerosidad, que era lo mismo en el ring como en las calles, las que le sumaban a raudales, admiración y simpatía.

En el inicio de su carrera, obtuvo victorias fácilmente sobre Amable -Sonlly- Alvarado, en el desaparecido cine Quisqueya, de San Carlos; una reñida decisión sobre el estadounidense Nick Rappolly, en el antiguo teatro Colón.

También fueron víctimas de sus puños, el haitiano Carolus Bernardin, el magnífico welter cubano Felipe Curunau (Viruta), el boricua Luis Ángel Torres y un honroso empate con el exótico australiano Frank O’Brien.

Almonte combatió con el español Manuel Bass, en una de las más sangrientas peleas en los anales del pugilismo dominicano de la época.

Antes, habían sucumbido al poderoso empuje, el senegalés Battling Siki, los antillanos Bobby Stanford y Baby Smiles. Además, los criollos Rubén Brooks, Félix González, Marcos Corporán, Efraín Monje y otros.

Toro Isleño recibió la llamada del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicana durante el consenso correspondiente a 1967.

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