Stanley Javier

El Comité Permanente del Pabellón de la Fama escogió a Stanley Javier como inmortal del deporte dominicano. Stanley se une a Julián Javier, su padre, como inmortales. Esta es la cuarta pareja de padre e hijo que ingresan al Pabellón de la Fama.

Una importante carrera de 17 años en las ligas mayores, un anillo de Serie Mundial, dos títulos de bateo y uno de bases robadas en la liga dominicana y cuatro coronas con las Águilas Cibaeñas fueron parámetros tomados en consideración para elegir a Stanley a la inmortalidad.

Durante su carrera fue habilidoso jugador de Grandes Ligas y una súper estrella en la pelota profesional de República Dominicana, donde ganó cuatro coronas como miembro prominente de las Águilas Cibaeñas, en los campeonatos de 1986, 87, 93 y 96.

En 1989 obtuvo el anillo de campeón en el béisbol de Estados Unidos de América con los Atléticos de Oakland, cuando se celebró ese año la llamada “Serie Mundial de La Bahía” contra los Gigantes de San Francisco. En su carrera de beisbolista profesional jugó, además, para los Gigantes de San Francisco (1996), Dodgers de Los Ángeles (1990-1992), Filis de Filadelfia (1992), Angelinos de Anaheim (1993), Astros de Houston (1999) y finalizó con los Marineros de Seattle (2000 y 2001). Sin embargo, el caballeroso jugador había llegado al profesionalismo con los Cardenales de San Luis, que lo firmaron el 26 de marzo de 1981 y el 14 de diciembre del 1982 lo traspasaron a los Yankees de Nueva York, equipo que luego lo envió a Oakland. Con esta novena debutó en las ligas mayores.

Nacido el 9 de enero de 1954 en San Francisco de Macorís, Stanley finalizó con un importante promedio de bateo de .269 en las ligas mayores de Estados Unidos. Jugó en 1,763 partidos, agotó 5,047 turnos oficiales, anotó 781 carreras, impulsó 503, conectó 1,358 imparables, de ellos 225 dobles, 40 triples y 57 jonrones. También, se estafó 246 almohadillas, tuvo un OBP de 345 y un slugging de 363. Jugó en seis postemporadas y su promedio fue de .253. Se ponchó 839 veces y negoció 578 transferencias.

Stanley Javier es uno de varios peloteros que representaron un símbolo en las Águilas Cibaeñas como jugador y uno de los pocos dominicanos que siempre vio acción en la pelota nuestra siendo una figura importante en las ligas mayores. Jugó en 13 temporadas de serie regular y finalizó con un excelente promedio de .316, al conectar 284 indiscutibles en 1,050 apariciones al plato.

Javier pertenece a un exclusivo y reducido círculo que ha ganado dos coronas de bateo en la pelota local y dos o más cetros en sentido general. El hijo de Julián se adueñó de los títulos en las campañas 1986-1987 y 1987-1988, promediando para .374 y .363, respectivamente.

Stanley integra la lista de los campeones de bateo consecutivos con Felipe Alou (58-59, 59-69), Manuel Mota (63-64, 64-65. también fue líder en el 60-61), Ralph Garr (69-70, 70-71 y 71-72) y Bernie Castro (2001-2002, 2002-2003). Alonzo Perry, (1954 y 75-58), Mateo Alou (66-67 y 69-70) son los otros con dos cetros de bateo pero los ganaron en años diferentes.

Javier, quien también fue líder en bases robadas en la campaña 87-88 con 19, bateó por encima de .300 de promedio desde la campaña 86-87 (no jugó de manera consecutiva) hasta la temporada del 2001-2002 cuando agotó sus últimos turnos en serie regular disparó un triple en su última aparición en séptimo y decisivo partido de la serie final de 2004-2005 jugado entre Águilas y Tigres del Licey en el Estadio Cibao.

Participó en 270 encuentros, consumió 847 turnos oficiales, anotó 146, impulsó 106, dio 33 dobles, 12 triples, cinco jonrones, se estafó 61 bases, recibió 148 boletos y se ponchó apenas en 131 ocasiones. Siempre fue un bateador de contacto y por eso sus ponches fueron en cantidad menor a las bases por bolas.

En postemporada Stanley jugó en 11 Round Robins y tuvo promedio de .305 en 114 juegos y 407 visitas al plato. Se estafó 34 bases en 39 intentos, uno de los porcentajes más altos en la historia del béisbol en esta instancia del campeonato. Su promedio al bate en nueve series finales que jugó fue de .295 en 173 turnos consumidos.

Nunca pudo ganar un título de Serie del Caribe jugando para las Águilas Cibaeñas, a pesar de que fue parte del equipo en las versiones del 86, 87 y 96. Pero fue campeón reforzando a los Leones del Escogido en el 88, siendo una pieza valiosa para el equipo con .419 de promedio en 19 turnos al bate, con cuatro remolcadas, tres anotadas y tres bases robadas.

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