César Portorreal

César Portorreal nació en la comunidad de Ojo de Agua, Salcedo, República Dominicana, el 26 de junio de 1929.

Portorreal jugó al voleibol con estupenda calidad a finales de los años 40s y principios de los 50s.

El deportista cibaeño vistió las camisetas de los sextetos Relojes Gala, Universidad de Santo Domingo, Centro Social Obrero, Villa Francisca y Temis, entre otros, en el máximo nivel.

El voleibolista llamó poderosamente la atención durante los torneos interescolares de su nativa localidad y más adelante en intercambios contra equipos representativos de Moca, La Vega, Tamboril y Mao, siendo siempre el principal atacador del combinado salcedense.

En 1947, un seleccionado capitaleño que tenía varias estrellas de este deporte en esa época, visitó Salcedo y en dos partidos que efectuaron, Portorreal resultó el de mayor calidad entre todos los que actuaron.

Esa actuación lo llevó a emigrar a la zona metropolitana y luego a la selección nacional para los VII Juegos Centroamericanos y del Caribe de México ’54.

Voleibolista inteligente y poseedor de un prodigioso salto vertical, además de su incuestionable remate de poder. César lució sus mejores potencialidades durante una serie entre la Selección Nacional y el equipo olímpico de Puerto Rico, en noviembre de 1952; y luego, otra vez, frente a los propios boricuas, en marzo de 1956.

En ambas ocasiones, el atleta de Ojo de Agua, fue factor importante en el brillante desempeño de nuestro sexteto.

Portorreal demostró sus cualidades con la escuadra dominicana en los Juegos de México ’54 y por esa actuación la Asociación de Cronistas Deportivos de Santo Domingo (ACD), lo escogió ‘Atleta del Año’ para 1954.

César emigró a New York, Estados Unidos, a finales de la década de 1950, jugando en los campeonatos Estatales de Voleibol de esa zona, cuyos eventos eran organizados por la Asociación de Jóvenes Cristianos. Esa experiencia en ultramar lo llevó a obtener la distinción de ‘Mejor Voleibolista del Estado de New York’, en 1960.

Portorreal recibió la llamada a la inmortalidad deportiva del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano durante el ceremonial celebrado en 1996.

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